Summary: | El debate inacabado en el seno de la disciplina económica que abarca los últimos sesenta años y cuyos avatares lo colocan en el escenario intermitentemente, continúa impertérrito en su columna vertebral : las diferencias irreconciliables entre los planteamientos de Sraffa, la señora Robinson, Kaldor, Passineti, Kalecki, versus lo sostenido por Samuelson, Solow, Hayek y Von Mises, entre los más esclarecidos representantes de lo que entonces se denominó las “dos Cambridge”. El tema del concepto de capital y de productividad que generó la crítica al neoclasicismo por parte de la escuela inglesa, hizo afirmar a ésta que no existía una unidad de agregación de los bienes decapital heterogéneos correspondiente a la función de producción, que permitiera satisfacer las condiciones del modelo estándar neoclásico, relativas al flujo de la producción, el precio de los factores y la distribución de la renta. Piero Sraffa se empeñó en demostrar la imposibilidad de que la distribución tuviera algún parentesco con la productividad de los factores, en particular, que el salario proviniera de esta última, llegando a afirmar que el “producto marginal de un factor no sería sólo difícil de encontrar, sino que no habría dónde encontrarlo”. A lo cual respondieron los neoclásicos del MIT que el capital podría asimilarse a un “número índice” que representara el valor presente del mismo, asumiendo la tasa de interés como dada,es decir, la misma en diferentes tiempos y reflejo de aquel valor, el salario estaría determinado por la productividad que se obtuviera del cálculo del mencionado índice, independizando las remuneraciones del capital y el trabajo en términos de la función de producción agregada.Mirless matizaba estos argumentos manifestando que los mismos no deberían ocasionar ningún tipo de “apasionamiento”. En fin, lo claro es que con o sin apasionamiento, la polémica continúa en nuestros días, por supuesto bajo otra perspectiva.
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