Summary: | El artículo aborda algunas líneas de reflexión que vinculan la producción audiovisual con la filosofía, partiendo del concepto de “juguete filosófico” propuesto por Oubiña (2009) para aplicar a la invención de una serie de aparatos que se consideran antecesores del cine. Se realiza una crítica a la designación de la contradicción de términos presente en el par dicotómico juego y filosofía –idea que presenta Oubiña en su propuesta, pero que sistematiza Schjaer (2012) en una reflexión posterior– a partir de un análisis conceptual que propone nuevos sentidos para esos términos, fundamentando esta crítica en las reflexiones de dos filósofos escasamente citados en el área del cine: Lyotard (1989) y Wittgenstein (1958). La hipótesis central de la autora es, por lo tanto, que no es real ni aparente la contradicción entre los términos “juguete” y “filosófico”, como tampoco lo es entre los conceptos “juego” y “filosofía” o entre los verbos “jugar” y “filosofar”. Además, la autora justifica y fundamenta que tanto en la prehistoria, como en la historia y en lo que llama la poshistoria del cine (haciendo referencia a una arqueología de los medios que permite llegar hasta las formas actuales de producción audiovisual) no solo puede rastrearse un elemento originario científico y técnico, sino que también hay allí un componente de tipo filosófico (que no necesariamente debe traducirse como “ilusorio” o “lúdico”, como sostiene Oubiña/Schjaer) que es aquel que posibilita la caracterización estética del cine. Este componente filosófico trasciende las manifestaciones materiales de la obra y se asienta en una verdad de tipo ontológico que explica y sostiene la expresión artística cinematográfica.
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