Novelas colombianas desde la heterodoxia : cátedra Rafael Gutiérrez Girardot.

En el momento de escribir estas líneas dos de cada tres periodistas colombianos deben estar pensando, planeando, redactando la página 230 de su primera o segunda novela; estas actividades -la publicación y su posterior publicidad, no las relacionadas con la escritura-les brindarán la solidez mediáti...

Full description

Bibliographic Details
Main Authors: Blanco Estupiñán, Ayda Elizabeth, Calderón Noguera, Donald Freddy, Franco Zambrano, Alvaro Neil, Goyes Narváez, Julio César, Ordóñez Muñoz, Jorge Eliécer, Pineda Mozo, Miyer Fernando, Vega Bedoya, Wilfredo Esteban
Format: Libro
Language:spa
Published: Editorial UPTC 2020
Subjects:
Online Access:http://repositorio.uptc.edu.co/handle/001/3890
Description
Summary:En el momento de escribir estas líneas dos de cada tres periodistas colombianos deben estar pensando, planeando, redactando la página 230 de su primera o segunda novela; estas actividades -la publicación y su posterior publicidad, no las relacionadas con la escritura-les brindarán la solidez mediática que su propio trabajo, frenético, improvisado, les niega. Los periodistas se sienten capaces de la novela. Como todos los demás, modelos, estudiantes de humanidades, artistas visuales, actores y directores de televisión, señoras y señores pensionados con el tiempo suficiente para juntar unos cuantos recuerdos o moralinas bajo el mote de "novela". Cuando esta presentación llegue a su fin ya habrán salido al mercado por lo menos tres o cuatro novelas donde se vuelve a especular en torno a las temáticas que los espontáneos y simpáticos escritores de última hora suponen como definitivos para la literatura colombiana: la corrupción administrativa, sobrevivir en Bogotá, el conflicto armado, los narcotráficos. Eso vende. Hay compradores para eso. Se echa de ver algo claro: a los novelistas improvisados -sean divas televisivas o antropólogos recién graduados- la novelística colombiana, la de Luis Fayad, Evelio Rosero o Fanny Buitrago, les importa un comino. Es posible que ni siquiera sepan de su existencia. Lo que en verdad les interesa es que su fama y personalidad aparezcan delante de la galería tras un rótulo de respeto: "Novelista". Aún mejor: "Escritor". Curiosamente, la responsabilidad de este menoscabo en el oficio novelístico no es exclusiva del novelista poco preparado y muy anunciado. Si existen productos literarios de ínfima categoría, si hay una proliferación obscena de novelas elaboradas en contextos de inmenso entusiasmo comercial es también gracias a que abunda un público cautivo de este tipo de literatura. Problemas sociológicos de recepción aparte, nadie ronda a los lectores de novelitas, novelillas o poses de novelas. Quienes las escriben y venden reciben su pago: la difusión en canales publicitarios y cierta hinchazón que aporta quince minutos de mediocre fama. Pero los consumidores de esos burdos materiales no obtienen recompensa de ninguna clase. Los enajenan por todos los costados, timados por una industria editorial que les entrega novelas medianas haciéndolas pasar como literatura sofisticada y de alta calidad; convencidos ellos mismos en su fuero interno de estar leyendo buena literatura.