Summary: | Spa: La denominada calidad académica se ha convertido en una de las conceptualizaciones más sonadas en los discursos orientadores de las prácticas educativas en las instituciones de educación superior en Colombia. Existe una tendencia creciente a dirigir discursivamente los esfuerzos de los diferentes sujetos que integran las universidades hacia el logro de lo que se considera el fin último de estas instituciones, la excelencia académica. Así, la calidad se presenta como un medio técnico y discursivo, de carácter frecuentemente tautológico, para el alcance de la excelencia. Paradójicamente, pareciera no haber un grado mínimo de consenso en la comprensión de esta conceptualización; los profesores Boris Salazar y Luis Aurelio Ordoñez apuntan con acierto que el tema es de tal nivel de complejidad que esta dificultad se extiende a la misión de la universidad, al desarrollo de sus funciones básicas, al currículo, al aprendizaje, a la proyección social, en suma, al conjunto de la academia en sus múltiples expresiones (Salazar, B. Ordoñez, L.A. 2013: 13).Pese a la falta de consenso sobre lo que es la calidad académica y, por extensión, sobre quien la determina o valora, las instituciones de educación superior se adhieren a modelos de medición y regulación que frecuentemente violan la esencia de la autonomía universitaria y sacrifican sus virtudes para el desarrollo de los sujetos que se benefician de ella con el fin acumular valor agregado a las instituciones que poco a poco adquieren el comportamiento de empresas productoras de bienes y servicios educativos. Esta búsqueda incesante y aparentemente indeterminada del logro de la excelencia ubica a las instituciones en un ambiente de competencia y comparación frenética que vuelva al complejo de inferioridad parte del ethos universitario. En este panorama, las instituciones modifican sus apuestas curriculares alterando a su vez la forma en cómo se relacionan los diferentes sujetos que las integran con los saberes que estas instituciones tramitan.
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