Summary: | Spa: La “pasividad” inherente a la materia fue cuestionada a lo largo del siglo XVIII por la Filosofía Natural Alemana y por naturalistas franceses que adhirieron a explicaciones
basadas en “principios vitales” que aunque pensados como físicos o naturales, eran inexplicables mecánicamente y escapaban a toda medición experimental. Al despuntar el siglo XIX, Lamarck (1802) sugirió que las partículas aisladas de materia eran en efecto pasivas y se comportaban de acuerdo a la mecánica de Newton, pero señaló que esta explicación no se aplicaba a la materia organizada, puesto que ella posee un dinamismo intrínseco generado por acción de una fuerza vital que identificó con el fluido del calor y la
electricidad. Los fluidos eran considerados como sustancias materiales sutiles que llenaban todo el espacio disponible entre las partículas atómicas de materia dura y eran los agentes causales que inducían y propagaban el movimiento. Lamarck (1802) sostuvo que la solidez
de una teoría sobre la vida y su transformación debía fundamentarse en una explicación de la generación espontánea entendida como la ruptura de homogeneidad en un medio inorgánico que generaba y todavía sigue generando los organismos más simples (Fox Keller 2003). Es decir que los seres vivientes emergieron y todavía están emergiendo, se auto-organizan y tienden a desplegar una heterogeneidad y asimetría crecientes mediante la acción combinada de fuerzas mecánicas newtonianas y las del calor y la electricidad (Burkhardt, 1995, p. 151-157).
|